A propósito...

5 de julio de 2025

A propósito...

A propósito…

A mediados de los noventa, participé en un taller que impartía David Carson. Más allá de lo que uno esperaba -tipografías rotas, layouts atrevidos, teoría del caos visual-, lo que más recuerdo fue un ejercicio tan simple como inolvidable.

Carson llamó a alguien al frente, dibujó un punto en el extremo izquierdo de la pizarra y dijo:

  • El día que naciste.

Luego dibujó otro punto a la derecha:

  • El día que vas a morir.

Trazó una línea entre ambos. Y pidió:

  • Ahora, dibuja un tercer punto. ¿En qué momento estás?

No era una clase sobre composición ni jerarquía visual. Era una invitación a la conciencia.
¿Dónde estás hoy? ¿Cuánto tiempo queda? ¿Qué estás haciendo con él?

Este artículo nace de esa pregunta. Y de una necesidad cada vez más urgente: la de diseñar con intención, con criterio, con propósito. Especialmente ahora, cuando la inteligencia artificial nos da velocidad, volumen y facilidad para hacer sin preguntarnos demasiado por qué.

El diseño como vehículo, no como destino

El diseño sin propósito es solo forma. Es eficiencia vacía, estética sin ética, innovación sin impacto. Cuando el propósito está claro, las decisiones ganan foco, los equipos encuentran dirección y los usuarios reciben algo más que funcionalidad: reciben sentido.

El propósito no siempre es grandilocuente. A veces es tan simple como: “Evitar que un usuario se frustre”, “Respetar la atención del otro”, o “Reducir el desperdicio de recursos en cada iteración.” Pero cuando está definido y compartido, atraviesa todo el proceso: desde la investigación hasta el producto final, desde la primera conversación hasta lo que el proyecto deja cuando ya no estás.

Diseñar con propósito en todo el ciclo de vida

Hoy más que nunca, diseñar no se trata sólo del qué, sino cómo se usa, cuánto dura, y qué dejo atrás. El diseño consciente del ciclo de vida considera materiales, uso, mantenimiento, evolución y hasta el descarte. Esto aplica tanto a productos físicos como digitales.

Iniciativas como el diseño circular o el enfoque cradle-to-cradle proponen estructuras donde lo que diseñamos no termina en el usuario, sino que se reinserta, se adapta o se transforma. Incluso en lo digital, donde el impacto ambiental parece intangible, el uso de energía, datos y despliegue tiene un coste real.

Preguntas útiles aquí serían:

  • ¿Este producto está pensado para durar o para escalar rápido?
  • ¿Qué pasará cuando deje de ser útil?
  • ¿Quién se hará cargo del “después”?

Propósito frente a la fascinación tecnológica

El avance de la IA ha sido deslumbrante. Pero no todo lo que se puede hacer, se debe hacer. Hoy vemos miles de productos basados en IA que resuelven nada, que automatizan el vacío, que solo existen porque se puede. El resultado: ecosistemas saturados, productos sin alma y usuarios “confundidos”.

Diseñar con propósito implica filtrar la fascinación. La IA no es el destino, es una herramienta más.

Las preguntas que deberíamos hacernos no son:

  • ¿Podemos automatizar esto?
    sino

  • ¿Vale la pena automatizarlo?

  • ¿Aporta algo significativo hacerlo?

    El propósito actúa aquí como resistencia a la aceleración. Nos ayuda a frenar, a pensar, y a construir con una mirada más duradera.

Interactuar con IA sin malgastar recursos: consejos prácticos

Trabajar con IA puede ser potente. Pero también puede ser ineficiente, adictivo o directamente frustrante si no lo hacemos con criterio. Para que la interacción creativa con IA tenga un impacto positivo y reduzca desperdicios (de tiempo, energía, conocimiento y atención), propongo algunos principios prácticos:

Aclara el propósito antes de escribir el prompt

No empieces por una instrucción, empieza por una intención. El propósito da dirección y contexto.

  • Ejemplo difuso: “Haz un logo moderno para un taller de motos.”

  • Ejemplo claro: “Diseña un logotipo para una app de bienestar mental enfocada en mujeres de más de 50, con referencias al estilo Bauhaus y colores terrosos.”

  • Recomendación: No pienses solo en pedir, piensa en preparar. Genera contexto, agrupa información, detalla referentes. Hoy puedes construir hilos o proyectos completos que ayuden a cualquier IA a entender el marco creativo, el proyecto y sus objetivos. Cuanto mejor sea el contexto, más útil y afinada será la respuesta.

No delegues la dirección creativa

La IA puede proponer, pero no debe decidir. El criterio sigue siendo humano. El output es materia prima, no un resultado final. Inspírate, sí. Pero no abandones tu rol como diseñador.

Itera con intención

No repitas sin rumbo. Cada nuevo prompt debería responder a una hipótesis o refinar una búsqueda. Iterar sin criterio solo te aleja más del objetivo.

Documenta lo que funciona

Tu proceso también diseña. Crea una biblioteca de prompts, resultados y aprendizajes que puedan servir en otros proyectos. Y sobre todo, escribe documentación que enriquezca tu trabajo. Existen muchas herramientas de diseño estratégico que pueden ayudarte a estructurar esa documentación: desde el Business Model Canvas y los mapas de empatía, hasta las personas, matrices o lienzos (canvas) de exploración.

Cuida el lenguaje, es tu interfaz

Las palabras son tu herramienta más poderosa cuando trabajas con IA. Un adjetivo mal elegido puede alterar todo el resultado. Sé preciso, sé intencional. La calidad del lenguaje define la calidad del output.

Reducir el “desperdicio” no es solo cuestión de eficiencia. Es una forma de respeto: por tu tiempo, por tu energía, por el conocimiento que has cultivado y por el impacto que quieres generar. Y para que eso funcione, el orden no es un lujo: es una necesidad.

Propósito como brújula: una última mirada al tiempo y al diseño

Volvamos al ejercicio de Carson. Ese tercer punto en la línea no era decorativo: era una forma de ubicarte, de reconocerte en el tiempo. Porque diseñar —en su sentido más profundo— no es otra cosa que decidir qué hacer con ese punto, desde ese punto.

¿Lo vamos a llenar de ruido, de funciones innecesarias, de contenido que se olvida mañana? ¿O vamos a intentar que lo que hacemos importe para alguien más que nosotros?

Diseñar con propósito no es buscar validación, ni viralidad. Es un acto de posicionamiento. Es decir: esto es lo que vale la pena hacer ahora, en este momento, desde este lugar en el tiempo.

Antes de iniciar el próximo proyecto, el siguiente prompt, o la nueva idea brillante, tal vez convenga volver a hacerlo. Trazar la línea. Dibujar el punto. Y preguntarte, sin prisa:
¿Dónde estás ahora?

Nota final

Este artículo ha sido coescrito a través de una conversación iterativa con ChatGPT, donde probamos enfoques, exploramos estructuras narrativas y afinamos el tono para que cada parte del texto respondiera a un propósito real.

Si te interesa profundizar en algunos de los conceptos mencionados, aquí van algunos recursos recomendados:

  • The Upcycle – William McDonough & Michael Braungart

  • The Design of Everyday Things – Don Norman

  • The Age of AI – Kissinger, Schmidt, Huttenlocher

  • IBM Design for AI – Guía ética y práctica para diseñar con IA

  • Prompt Engineering Guide – Técnicas y estructuras para generar mejores resultados

    Este texto es también una invitación abierta a repensar cómo diseñamos en la era de la IA.
    Si te resuena, compártelo, coméntalo o reescríbelo. El propósito, al final, se afina conversando.